Líderes sociales y crímenes de Estado, una realidad del posconflicto en Colombia
Foto por: Camilo Castillo, “Ovejas ha sido el padre y ha sido la madre para nosotros, Ovejas es la dignidad y la dignidad no tiene precio”, manifiesta Francia Márquez
Colombia es conocida a nivel internacional como el país que ha luchado en los últimos años por consolidar un proceso de paz, así mismo es el territorio que sufre la transgresión de los Derechos Humanos; aquí se viven las consecuencias de una guerra que aún no acaba y que afecta directamente a la población civil, este es el país en el que, sin importar tener evidencias, la impunidad se sale con la suya. A pesar de esto, aún existen personas que luchan por su territorio y el derecho a una vida digna, además quienes le apuestan día a día a la recuperación de la memoria histórica.
“La memoria sabe de mí más que yo; y ella no pierde lo que merece ser salvado.” Eduardo Galeano - Días y noches de amor y guerra.
Una voz que grita libertad, una llama que quiere ser apagada por aquellos que temen a las ideas pero que cada día se enciende con más fervor, una cimarrona que inspira rebelión. Ella es Francia Márquez, lideresa de la vereda Yolombó ubicada en el municipio de Suárez, departamento del Cauca. Al igual que ella, muchos otros líderes de este territorio han recibido amenazas por su labor en contra de la minería ilegal y en defensa de su dignidad como pueblo, además de las peticiones que las comunidades afrodescendientes de este municipio han hecho al Gobierno Nacional y a las autoridades ambientales para detener la explotación minera que ha afectado al río Ovejas.
La Toma, una de las comunidades que compone a Yolombó, hogar de esta líder social, ha sufrido la intervención de actores armados durante bastante tiempo. En el 2001 la presencia de grupos paramilitares que atemorizaron a la población y que cometieron la masacre del Naya y otros asesinatos sistemáticos en contra de la comunidad, se hizo evidente en este territorio. Un tiempo después de que estos grupos se apoderaran del lugar, las empresas transnacionales adquirieron títulos mineros para la explotación de oro en el municipio de Suárez.
Según Francia, en Yolombó se instauraron 13 títulos distribuidos para empresas mineras, entre las que se encontraba la empresa Anglo Gold Ashanti, que se interesó en el territorio de la comunidad de La Toma, para realizar explotación de oro. Esto trajo consigo una orden de desalojo para esta población, donde el Ministerio del Interior certificó que allí no se encontraba una comunidad negra, por lo tanto, no se tenía que hacer consulta previa a los pobladores.
La comunidad solicitó ayuda a entes internacionales y defensores de DD. HH, para que se les reconociera como comunidad afrodescendiente, muchos de ellos se interesaron en lo que ocurría en la vereda Yolombó y el municipio de Suárez. Por medio de acciones legales ejercidas por Francia, quien pronto inició estudios de Derecho para convertirse en representante legal de su comunidad, además de intervenciones de la Corte Constitucional solicitadas por la Defensoría del Pueblo en el 2010, La Toma fue considerada como comunidad ancestral.
Luego de esta victoria, las amenazas hacia la comunidad aumentaron de manera vertiginosa, grupos armados como las ‘Águilas Negras’ repartían panfletos con amenazas a los líderes de esta comunidad, fue allí cuando La Toma dejó de ser un territorio de paz: “Para nosotros era muy evidente, desafortunadamente uno no puede demostrar cómo la violación de los Derechos Humanos de alguna manera se liga con la corrupción institucional, ya que hacíamos audiencias y reuniones con el Estado y sobre lo que hablábamos ahí aparecían los mensajes de estos grupos”, explica Francia.
Después de una gran estigmatización a las comunidades negras, asesinatos sistemáticos y amenazas a líderes afrodescendientes, La Corte tomó la decisión de suspender los títulos mineros otorgados a estas empresas hasta que se realizara la Consulta Previa a la cual la comunidad tenía derecho.
Después de que se tomara esta decisión, la minería ilegal se disparó, la extracción de oro provocó la contaminación de mercurio en el río Ovejas. Como consecuencia de esta nueva problemática, Francia Márquez, junto con otras mujeres de la comunidad, decidieron hacer una movilización en la ciudad de Bogotá llamada Movilización de mujeres negras por el cuidado de la vida y territorios ancestrales, allí se tomaron el Ministerio del Interior para que sus peticiones fueran escuchadas, durante las negociaciones con el ministro se acordaron algunos puntos con el fin de solucionar estas problemáticas. Francia asegura que estos acuerdos quedaron en el papel, pues nunca se cumplió con lo pactado.
Cuando la movilización terminó, Francia fue convocada por el Gobierno Nacional para hacer parte de la mesa de diálogos que se llevaba a cabo en La Habana con la guerrilla de las FARC, Francia consideró la posibilidad de asistir y plantear en la mesa la discusión y las repercusiones que el modelo extractivo de desarrollo ha traído para las comunidades de distintos territorios en el marco nacional.
Hoy Francia con 34 años, ganadora del Premio Nacional de Derechos Humanos en 2015, desplazada de su territorio por amenazas dirigidas a ella y a su familia, candidata a la cámara de circunscripción especial por comunidades afrodescendientes en las elecciones legislativas de 2018, madre, lideresa social, asegura que continúa en pie de lucha por la dignidad de su pueblo y el derecho a la vida que se han ganado durante tantos años de resistencia. Aunque Francia Márquez no consiguió la curul que anhelaba, se convirtió en una alternativa para las comunidades afrodescendientes.
Esta iniciativa es un ejemplo de transformación colectiva y memoria que desmantela una de las tantas realidades que se viven en este país. Así como Francia continúa velando en defensa del territorio de Yolombó, existe Vidas Silenciadas, una iniciativa que ha luchado por mostrar la verdad frente a las víctimas de Estado.
La negación de la participación del Estado en el conflicto armado en Colombia es una de las imágenes que se ha proyectado durante más de 50 años de guerra que ha vivido el país, en donde víctimas incontables de actos de terrorismo, desapariciones forzadas, asesinatos, genocidios y desplazamientos territoriales, han sido evadidos por el Estado colombiano. “El Estado colombiano se ha presentado en los escenarios internacionales como una víctima inocente de los grupos guerrilleros o terroristas que se enfrentan a las ‘autodefensas’ paramilitares”, afirma Vidas Silenciadas.
Foto por: Camilo Castillo - Francia Márquez, lideresa de la vereda Yolombó
En este escenario de crimen e injusticia social nace Vidas Silenciadas, iniciativa de un grupo de personas que trabajan conjuntamente por la preservación de la memoria colectiva ante el ocultamiento de la verdad. Su objetivo es realizar un proceso de inclusión en el que se brinda información sobre las víctimas del Estado a partir de 1.928. La información suministrada ayuda a la búsqueda en lucha de desapariciones de trabajadores campesinos, líderes sociales y civiles durante el período de violencia en Colombia.
“Pretendemos ofrecer a las víctimas y a sus familiares, a la sociedad colombiana y a la comunidad internacional, información que puede contribuir a la verdad, generalmente oculta, acerca de la historia de las víctimas, de los responsables de las violaciones a sus derechos y las circunstancias en que estas fueron cometidas. Este proyecto de verdad y de memoria, es también un instrumento para el ejercicio del derecho que todas las personas tenemos a defender los derechos humanos.”
Por seguridad del tratamiento de la información, DATÉATE protege la identidad de las personas que hacen parte de Vidas Silenciadas.
¿Cómo nace la idea de Vidas Silenciadas?
V.S: Las personas que hacen parte de esta iniciativa, han dedicado gran parte de su vida a sostener la causa de los pueblos que luchan contra la negación constante de los derechos básicos fundamentales, la falta de democracia, la explotación indiscriminada y las consecuencias sociales de las guerras y de los conflictos internos. Por tanto, uno de los principios fundantes de nuestro proyecto es la causa de los Derechos Humanos, de manera solidaria y comprometida en diferentes lugares del mundo.
En el caso de Colombia, consideramos que la élite de poder que ha detenido las riendas del “Estado”, apoyados por intereses estratégicos y capitales foráneos, en lugar de representar los intereses comunes, se ha dedicado a reprimir, acallar, silenciar, invisibilizar y en la mayoría de los casos a borrar, a través de la eliminación física, cualquier tipo de intento de democratización de la sociedad.
¿Cuál es el objetivo principal que desarrollan en Colombia?
V.S: El conflicto armado interno es sólo una parte de la historia, una parte que la propaganda oficial quiere hacer pasar como la única, frente a todo esto, hace 10 años este colectivo internacionalista se dio la tarea de crear una herramienta, que de manera complementaria a otros sistemas de información de Derechos Humanos que funcionan en Colombia, pudiera:
Desvirtuar el sentido del discurso de la propaganda oficial que pretende encuadrar y reducir todos los hechos de violencia, de graves violaciones de los derechos humanos, de crímenes de lesa humanidad y de genocidio, como hechos acaecidos en el marco del conflicto armado interno, donde todas/os son culpables de la misma manera, y hasta quieren hacer aparecer al Estado como una víctima y de esta forma legitimar el “perdón y la reconciliación” como sinónimos de impunidad y olvido.
Contribuir a mejorar el conocimiento que la comunidad nacional e internacional tiene sobre la existencia de las víctimas de crímenes de Estado en Colombia, apoyarlas en su lucha por la verdad y contra la impunidad.
Ayudar a mantener viva la memoria de las personas silenciadas por el Estado.
¿Cómo ha sido posible el acercamiento a la información de las víctimas?
V.S: No ha sido fácil, desde el comienzo Vidas Silenciadas ha intentado establecer diálogo con las organizaciones de Derechos Humanos y del Movimiento Social, insistiendo en la necesidad de juntar esfuerzos para que el trabajo de denuncia de estos crímenes fuera más efectivo.
El proceso mismo de recopilación de la información ha sido complicado, al no tener acceso a las bases de datos ya existentes de las organizaciones de DD. HH, tuvimos que encontrar la información en las fuentes públicas, de ahí el problema que en muchos casos la información es básica. Al mismo tiempo, asumiendo la tarea de investigar hechos de periodos históricos casi olvidados, nos encontramos con mucha información en libros, revistas, periódicos que todavía no han pasado por un proceso de digitalización, de manera que lo hicimos nosotros. Tenemos además que enfrentar problemáticas de orden material y ético, ser rigurosos en las investigaciones, chequear y cruzar diferentes fuentes.
A medida que el proyecto se ha ido conociendo, la página ha venido siendo consultada. Son las propias víctimas sobrevivientes que con su dignidad, fortaleza y generosidad nos aportan registros como fotos, información, datos que podemos asumir como fuentes. Hemos logrado conocer casos que nunca se han denunciado, lo cual nos implica hacer rastreos en otras bases de datos, archivos públicos y privados. También se ha dado el proceso inverso, personas que hace años no sabían de sus familiares y mediante Vidas Silenciadas se han enterado que son víctimas. Es un acercamiento no sólo instrumental, sino humano, sensible, de reconocimiento a la existencia, el dolor y sobre todo a la dignidad.
Logo: Vidas Silenciadas
¿Consideran que Vidas Silenciadas ha logrado aportar a la construcción de paz en Colombia?
V.S: En estos momentos, donde las víctimas tienen la esperanza de obtener algo de justicia y de reparación, un proyecto como el nuestro, completamente interactivo y abierto, está facilitando mucho el acceso a la información, que de otra manera se podría obtener sólo a través de investigaciones largas y visitas a centros de documentación, tarea casi imposible para la mayoría de la población. Esta herramienta constituye para muchas personas una fuente importante para presentar ante los organismos del Estado, de control y organizaciones defensoras de DD. HH reclamos y denuncias.
Pensamos que la paz como derecho, proceso, proyecto y horizonte, no se puede lograr sin conocer la verdad; la verdad requiere conocer los hechos; los hechos tienen datos y los datos escenarios concretos de tiempo, lugar y actores. Sólo cuando se visibilice, escuche, atienda y conozca la voz de las vidas silenciadas por el terrorismo de Estado, se podrá decir que ese Estado se está transformando en relación con la voluntad de conocer la verdad, proporcionar justicia, reparar las lesiones causadas y comprometerse a no repetir jamás los daños causados a personas, poblaciones, culturas que tienen rostro, historia social y política.
No son números, son personas que han vivido físicamente y siguen viviendo emocional, simbólica, política e históricamente, eso implica que, aunque estén silenciadas, siguen diciendo y este proyecto se propone revelar rostros, para devolver vida.