Subjetividad y creatividad: ¿y si se piensa en un periodismo que narre la realidad desde esos compon
Imagen tomada de http://noticias.universia.net.co
Doña Cecilia debe estar ahora si feliz y dichosa.
¿Por qué lo dices ma? ¡Se me hizo tarde! Chao ma… – contesté mientras salía de afán hacia la universidad, dejando, sin querer, a mi mamá hablando sola.
Mientras pasaba por el frente de la casa de mi querida vecina, la abuelita Ceci, me derrumbé al observar el aviso invitando a sus honras fúnebres. La vida me pareció lo más irónico y pasajero posible.
Somos los relatos que contamos. Desde épocas ancestrales el hombre ha necesitado detallar su paso por el mundo utilizando varias herramientas, dentro de las cuales se podrían nombrar a la comunicación escrita y verbal. “Comunicar da poder”, aseveré un día en medio de un debate virtual empleado como espacio de participación extracurricular de una materia vista en la universidad. Y es así: comunicar da el poder de trasmitir las ideologías, las vivencias y con ello las experiencias a fin de construir una serie de relatos que, de modo alguno, tendrán repercusiones esperadas o imprevistas en los que coexisten como receptores del mismo.
A partir de dichas construcciones, el hombre da cuenta de una larga serie de contenidos que tiene a disposición. ¿Ahora qué? Ahora se piensa en sus formas de trasmitir, en las estéticas. Éstas últimas tienen mucha responsabilidad. O mejor; el que tiene qué contar tiene demasiada responsabilidad al buscar el cómo contarlo. Cuando mi mamá buscó las palabras de “feliz” y “dichosa” para describir una hipotética situación de mi querida vecina, lo hizo bajo dichas formas a sabiendas de que el mismo contenido, la no esperada muerte de Cecilia, tendría un efecto fuerte en mí mismo. En su hijo.
Buscar la correcta forma de contar las cosas es el mismo significado de narrativa. Se parte de un algo, un contenido, para llegar a un medio, una forma de ser expresado y puesto en común. ¡Comunicar!
Aterrizando el tema sobre el áspero terreno de la cotidianidad, los medios de comunicación en su papel de mediadores sociales, nacen al tiempo con la importante característica de ser máquinas de la narración. Labor no fácil, pues involucra, como se dijo, una gran responsabilidad aún a pesar de que muchas veces la integridad emocional del receptor no tenga espacio en las agendas comerciales/comunicativas de los medios. Situación que exime a dichas máquinas de narración de instancias reflexivas sobre cómo contar aquel contenido de una forma responsable y humana como el ejercicio hecho por mi madre.
Así las cosas, pienso que debido a ese olvido es como la comunicación ejercida por los medios (aquella que ha sido blanco de múltiples estudios) cada vez se acerca más a ser indiferente y desechable; los periodistas no hemos podido buscar más formatos, más maneras de llegarle a la gente sin olvidar su carnalidad y los múltiples universos contrapuestos que cada persona conserva en su interior.
Lo que se conoce como la narrativización de la sociedad, a fin de cuentas, y desde mi percepción, no obedece más que a una producción masiva de mensajes sin profundidad que albergan intereses económicos (como siempre) y una cada vez mayor desacreditación del periodismo. Dicha narrativización, desde la lógica productora de los medios de comunicación, posee diversas contradicciones como, por ejemplo, el hecho de querer contar la realidad (un mismo contenido) sin querer o arriesgarse a buscar nuevos modos y dinámicas de hacerlo.
Mi mamá, sin tener el mínimo conocimiento en periodismo ni en éticas ni en estéticas, produjo una información veraz, responsable y creativa. Desde un comienzo, pensó la correcta manera de expresar ese algo considerando, al tiempo, las repercusiones que su forma final tendría en la persona a la que iba dirigida.
No es un secreto para nadie; ni para los periodistas en ejercicio ni para los teóricos del oficio: el periodismo, desde sus formas narrativas, se está quedando corto y dormido en cuanto a creatividad. Los periodistas no estamos pensando en nuevas formas de contar un algo sin hacerle perder veracidad y autenticidad, y, como contraposición, nos amoldamos a las frías y rígidas estructuras narrativas de los típicos medios de comunicación. La búsqueda de esa creatividad a la que se apela, conlleva a tener responsabilidad al encontrar la correcta forma de expresar ese contenido de interés comunal, se pone en cuestión la capacidad de crear sentidos de los receptores a los cuales la narrativa va destinada. Esa producción de sentidos es subjetiva, claro está, por ello el periodista debe valorarla y constituirla como pilar dentro de su quehacer periodístico.
Con el mayor de los anhelos, espero que doña Cecilia esté realmente feliz y dichosa donde quiera que se encuentre.