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Daniel y su orquesta Venecia Big Band: la fuerza de lo musical


Daniel Jiménez, profesor y director de la orquesta Venecia Big Band

Suele escucharse popularmente que uno debe realizar sus sueños y metas a costa de lo que sea; pero la gente más sabia argumenta que en el transcurso de dichas realizaciones uno debe ayudar a los otros del mismo modo en sus odiseas terrenales. Tal vez en esa pequeña diferencia, pero sustancial, se esconde el verdadero valor de lo humano: pensar en común, en la cooperación. La cotidianidad anónima de la sociedad alberga en sus componentes cientos de estos sabios que pueden llegar a ver en las realizaciones ajenas, las propias. Uno de esos es Daniel Jiménez.


Su cabello crespo ya con varías canas, señal de ricas experiencias en su vida; sus ojos pequeños rodeados de expresiones faciales que le dan un toque de amabilidad y entusiasmo a su mirada y su característica estatura que lo hace resaltar como el profesor de la orquesta que dirige, son particularidades físicas de un hombre muy feliz, como él mismo se auto describe. Hijo menor de una familia numerosa de 9 hermanos, nació en 1967 en Bogotá. Frente a sus experiencias de infante, en cuanto a la música, recuerda con gratitud y cierta atmósfera de nostalgia cómo desde pequeño, a través de los clásicos acetatos de su padre o las fiestas organizadas por los vecinos, la música se le adentraba cada vez más a su cabeza, pero más que eso, a su corazón. Aquel órgano dotado milenariamente de dar sentimiento y humanidad a las conciencias de los hombres.


Estudió en el colegio privado Agustiniano. Al llegar a bachillerato suceden en su vida dos cosas que marcarían su vocación final: el apoyo inamovible de su profesor de música, en aquel entonces, y la decisión necesaria y difícil de decirle a sus padres el camino profesional que quería seguir. En sexto de bachillerato la tradición de su padre consistía en una pregunta irrestricta y definitoria: ¿usted qué quiere estudiar? Sus hermanos mayores se habían ya inclinado por las ingenierías, la arquitectura y las fuerzas militares, marco influenciador que llevó a su padre a no gustarle la idea de tener un serenatero como se le llamaba por el entonces a la persona que no ejercía la música como profesión. Con el tiempo, la decisión fue asimilada y el apoyo de sus padres se vio representado finalmente en el inicio de sus estudios profesionales.


Inicia el proceso académico en el conservatorio desarrollando el nivel básico que constaba de seis semestres. Sigue luego en la Universidad Pedagógica profesionalizándose en el programa de Licenciatura en Música y finalmente adquiere su título profesional en el cual vio representados todos sus sueños, metas y futuras acciones.


Uno de los más gratos recuerdos de su vida estudiantil son los momentos que vivió durante los conciertos gratis cada viernes que ofrecía la Universidad Nacional y que lo iniciaron en el incesante amor por los sonidos sinfónicos. Al recibir su título, sintió que abrió paso a una larga travesía de aventuras y con ello experiencias que, hasta el momento, rescata el haber sido parte de la orquesta de Mario Gareña, ser pianista en la de César Mora y en la de Charanga Candela; además de asumir varías veces el rol de dirigir, pero, sin lugar a dudas, Venecia Big Band ha sido su más grande creación.


Al interrogarle sobre Venecia Big Band decidió hacer una pausa inesperada y salir del salón de música donde se realizaba la entrevista. Tal vez su creación es de esas realizaciones que toda persona tiene por alto y despierta en ella orgullo y una necesidad infranqueable de gritar a los cuatro vientos cuán arduo fue conseguirlo. Daniel vuelve a la sala, retoma su posición y prosigue con su narración. “Mi mayor logro ha sido Venecia Big Band”, lo cual es acompañado de risas nerviosas y una mirada que reflejaba indicios que por allí las lágrimas habían sucumbido.


Y ello es cierto. Venecia Big Band nace como proyecto académico en 2010 y en el 2011, por un golpe de suerte o favores de la divina providencia, el nuevo rector del I.E.D Venecia, donde Daniel ha trabajado por 26 años, aprueba su propuesta y comienza la construcción de un escenario que se propone la consolidación de una cultura democrática y de paz mediante la influencia de la música de por medio. El proyecto en general, al que se circunscribe Venecia Big Band, se bautizó como Armonías de Paz y ha sido grandemente aplaudido en el ámbito académico por mezclar talentos musicales, disciplina, juventudes participantes y la recreación de ambientes donde el conflicto sea superado por el diálogo mutuo y la convivencia pacífica.


“Uno de los mayores retos ha sido romper con los paradigmas de los jóvenes en cuanto a la influencia de la música de baja calidad proporcionada por los medios de comunicación”, asevera Daniel. Sus palabras simplifican la razón actual por la que la música colombiana, por ejemplo, está siendo relegada y olvidada: los jóvenes perdieron en algún punto el amor y orgullo hacia esta. Venecia Big Band, entre otras cosas, se propone eso mismo: el rescate de los valores autóctonos musicales y la conjugación constante de ritmos que oscilan entre el jazz, los bambucos tradicionales y la imitación sinfónica de ritmos pertenecientes a grandes producciones audiovisuales.


Entre los muchos reconocimientos y logros que ha alcanzado la orquesta liderada por Daniel, se encuentra, como él mismo señala, el seguir intactos y en funcionamiento durante siete años seguidos. Además, han participado de un buen número de foros y concursos en los que se han desempeñado favorablemente, dentro de los cuales se cuentan el Festival de Verano de 2015 y, últimamente, el ARNA CONFERENCE 2017 en el que el proyecto Armonía de Paz y la orquesta de Venecia Big Band incluida recibieron gran acogimiento y reconocimiento de la comunidad académica nacional e internacional que participaba en el evento en Cartagena de Indias. Cuando se le pregunta sobre el futuro devenir del grupo en un plazo de cinco años, Daniel asevera que ve a la orquesta como “un gran semillero de proyectos de vida y creación de seres humanos integrales a través del poder de la música”.


Daniel ha logrado demasiado: rompió los estándares familiares con respetable autodeterminación al haber escogido una profesión que dista demasiado de las ciencias exactas que eligieron sus 8 hermanos mayores; recibió la mejor instrucción de la vida a través de la experiencia propia en distintos grupos musicales, y hasta el momento, mediante Venecia Big Band y su dirección, ha logrado mover vidas y ayudar a construir proyectos personales como los que hacen los grandes sabios nombrados al comienzo de este escrito. “Daniel es una persona servicial, carismática. Tiene un aura muy bacana’’ señala Kevin Ladino, uno de sus más representativos y antiguos alumnos y encargado de tocar el saxofón en la orquesta. “Es generoso. Admiro de él su desprendimiento por lo material; es perfeccionista sin caer en el defecto; disciplinado y comprende muy bien el sentido de ser humilde’’ afirma Catalina Bolívar, otra de sus alumnas destacadas.


El devenir de la vida y sus múltiples dinámicas, configuran frente a nosotros diversos obstáculos que se encargan de forjar el carisma de cada uno. Daniel los ha tenido, y muchos seguramente, pero lo rescatable de su transcurso terrenal es eso mismo: servir de inspiración y brindar una mano amiga en la construcción de los proyectos y realizaciones personales de los demás. Venecia Big Band es ejemplo de ello. Es ejemplo de crecer en comunión y cooperación con los otros.


Tal como lo expresaron los estudiantes a los que se entrevistó, mientras Daniel salía a tomar un tinto durante el receso en el ensayo; en medio de una atmósfera de confianza y honestidad conmigo como entrevistador, no hay más palabras que las mismas de gratitud para este profesor de música. Profesor de la vida como todos aquellos que ejercen la docencia como medio constructor de una vida y un país mejor.

Integrantes de la Banda Big Band

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