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Recordar, una manera de construir historia


Desde hace mucho tiempo se sabe que Colombia ha vivido durante décadas una era de violencia y guerra donde nadie pasa inadvertido porque afecta a todo el mundo. Uno de los casos más sonados fue el de los paramilitares del Frente Fronteras, en el Norte de Santander, que incineraban en hornos crematorios a sus víctimas para no dejar ningún rastro que los pudiera implicar.


Javier Osuna es un investigador y periodista colombiano que se puso como meta investigar y reconstruir la historia de aquellas personas que fueron víctimas del conflicto armado de este lugar, con el único propósito de hacer memoria dejando plasmada la voz de las personas a través de sus relatos.


Datéate habla con este periodista sobre su investigación y su libro “Me hablarás del fuego, los hornos de la infamia”.


Como ya se sabe, muchas personas hablan del conflicto armado desde diferentes perspectivas, pero ¿qué caracteriza sus relatos de los demás?


Javier Osuna. Uno termina escribiendo de la época en la que le tocó vivir, y como periodista, uno es testigo privilegiado del paso del tiempo y, en mi caso, esa violencia paramilitar fue la que se desarrolló cuando yo era joven, pues me correspondió una de las peores manifestaciones y terminé escribiendo sobre eso, sobre el conflicto armado que a mí me tocó, en especial sobre las guerrillas y la expansión del paramilitarismo.


Cuando habla de un paisaje perdido ¿a qué se refiere?


J.O. Yo me refiero a un paisaje de lo perdido porque es un lugar donde perdieron todos, perdió el que realizó el crimen, perdieron las víctimas, perdimos como sociedad, se llaman paisajes de lo perdido porque están ahí, como retándonos, esperando una resignificación de las historias y de la vida misma.


¿Por qué son importantes las prendas para el reconocimiento de víctimas y la reconstrucción de memoria?


J.O. Porque nosotros mantenemos una relación de imbricación con los objetos que poseíamos, el paisaje no solo está compuesto por lo que es visible, sino también de lo invisible, de los lazos que no alcanzamos a entender; por ejemplo, el apego emotivo que tú le tienes a un objeto que te regaló tu abuelo, eso para mí es algo que te representa.


¿Cómo fue el proceso de acercamiento con las víctimas y sus familiares?


J.O. Fue muy difícil y complicado porque sigue existiendo mucha presión alrededor de las víctimas del Norte de Santander, fueron casi dos años y medio identificando a la primera familia y ganándome su confianza para poder escribir el libro.


¿Cuál fue su motivación para escribir sobre esto?


J.O. Yo llegué a esta historia en el año 2008 cuando era periodista de un medio que se llamaba Verdad Abierta, me llegó esta confesión en el marco de la ley de justicia y paz, yo escribí sobre este crimen pero me quedó la espina de escribir un trabajo de largo aliento, y así honrar a las víctimas y a sus familias.


¿Cuál es el mensaje que le daría a futuros periodistas sobre la reconstrucción de memoria?


J.O. Que no renuncien a contar su tiempo, es decir, que asuman con responsabilidad ese presente que les regala la vida, y siempre llevando por delante la verdad, porque eso es lo que le da valor a la historia y a la memoria.



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