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De las corrupciones grandes y las corrupciones pequeñas


El tema central de esta edición de DATÉATE es la corrupción. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española RAE se puede comprender "en las organizaciones, especialmente públicas, como la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores". También se le puede interpretar la corrupción bajo la acepción de "acción o efecto de corromper", y a su vez (corromper) se entiende como "sobornar a alguien con dádivas o de otra manera".


Sobre la base de estas dos definiciones, quisiera llevar la discusión acerca de la corrupción a otros niveles menos visibles, sería importante desviar un poco la mirada. Quizás los últimos escándalos mediáticos sobre dádivas o la utilización de funciones o medios de una organización para provecho individual como los casos de Odebrecht, Interbolsa, Agroingreso Seguro, Transmilenio Calle 26, Salupcoop, Reficar, solo por nombrar los más recientes, obnubilan nuestra atención. Pero, sería importante analizar que aunque sancionen uno a uno a los políticos y grandes empresarios acusados en estos casos, la práctica corrupta seguiría vigente en acciones menos divulgadas, más pequeñas, pero igualmente nocivas para una organización social de nuestro país. Nocivas porque atraviesan la cotidianidad de tal manera que son acciones naturalizadas, que a su vez generan dilemas éticos en los cuales la corrupción termina siendo validada.


En la vida cotidiana la utilización de funciones representadas en cargos o roles y el uso de medios como títulos, apellidos, relaciones, objetos o dinero para el provecho económico o provecho de otra índole es más común de lo que nos imaginamos. Bastaría recordar emblemáticos casos resumidos en la frase ¿Usted no sabe quién soy yo? Una cotidiana forma de conseguir beneficios por encima de otros –de forma éticamente ilícita- (léase soborno) que tiene otras pequeñas variaciones ¿Cómo le vamos a poner a hacer eso al doctor? ¿Cómo le vamos a fallar al doctor? ¿Por qué yo me tengo que someter a estos procesos si soy tan reconocido? ¡Por favor, dígale que soy fulanito de tal! ¡Vengo recomendado por el doctor Pepito Pérez! ¡Hay que apoyar al doctor que nos dio las tejas o el tamal! Ni hablar cuando los medios usados son objetos o dinero y el provecho termina siendo pasar primero en la fila del semáforo haciendo doble carril porque se tiene el auto más grande, obtener el trámite más rápido porque se paga a un intermediario, obtener la mejor mesa porque le pagas al mesero para que te ubique mejor.


La corrupción no es solo económica, es también social y moral. Pasa por una cierta cultura de invisibilización del otro y exacerbación de yo, donde el lindero de los privilegios personales le ha ido ganando terreno a la necesidad de la justicia social. Como bien indicaba en algún momento Antanas Mockus “Cualquier construcción que hagamos – en este caso en contra de la corrupción- debe partir de una transformación cultural desde abajo con el apoyo de las instituciones que deben evolucionar en igual sentido”. Dentro de los contextos del sector público, “la corrupción es uno de los problemas que más afecta a los países en vías de desarrollo. Según Susan Rose-Ackerman, “la distribución de los beneficios y costes que controla el Estado se hallan generalmente bajo el control de funcionarios que poseen un poder discrecional. Las personas y las empresas privadas que desean un trato favorable pueden estar dispuestas a pagar para obtenerlos”.


El secreto es otro elemento en juego en la corrupción: que no se sepa. Si se sabe, se destapa un nuevo escándalo, en mayores o menores proporciones. Esta es la invitación que hace esta editorial: la invitación a reflexionar sobre las corrupciones grandes y las corrupciones pequeñas. ¿Qué es aquello que no queremos que se sepa y por qué? Las transacciones corruptas buscan ser soterradas y secretas. Si la transacción es visible a los ojos de todos, estamos frente a un hecho de transparencia. En otras palabras, la transparencia en nuestras acciones y transacciones pueden ser la clave para transformar radicalmente nuestro contexto cotidiano, como estudiante, como profesor, como funcionario, como padre de familia. Esperamos que disfruten este número de Datéate.




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