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El papel de la industria pornográfica en la cosificación de la mujer

  • Por: Andrés Felipe Lourido. 6to semestre
  • 16 dic 2016
  • 3 Min. de lectura

Desde que la pornografía empezó a emerger en un formato audiovisual a principios y mediados del siglo XX, las controversias y discusiones sobre estos productos han estado siempre vigentes. Son muchas las posturas y visiones que se evidencian sobre este tema, ya que las opiniones varían entre las familias, religiosos, académicos, sociedades con culturas diferentes, entre otros. Sin embargo, frente a un tema tan amplio, cabe profundizar en uno de los asuntos que ha sido muy debatido: el papel de la mujer en esta industria.


¿Son las mujeres cosificadas por el consumo de las películas para adultos? ¿El género femenino ha reprimido su sexualidad por el control y placer del hombre? ¿La producción y consumo XXX influye en la violencia sexual? Estas y más preguntas surgen al momento de pensar la mujer en un contexto en el cual la pornografía es de los consumos más notables en el mundo.


El filósofo Germán Daniel Pineda explica que independiente de la perspectiva que sea, la preocupación y el problema de cosificar a la mujer está en el consumidor y en la consciencia del mismo: “lo pornográfico es una representación irreal que busca erotizar al espectador. Ahí peligra la cosificación a la mujer, porque si la persona que ve este producto no tiene una madurez mental para asumir su consumo y si también esto se vuelve un vicio, deja de tener una simple utilidad instrumental y se vuelve dañino”.


Otra de las opiniones ofrecidas a Datéate, fue dada por la filósofa de la Universidad Nacional de Colombia, Luz Adriana Tamayo, quien dice: “Sí es vista la cosificación de la mujer en las películas para adultos, sin embargo, esto es una condición aceptada por la misma mujer, porque justamente viene de una industria donde requiere una actuación de sumisión, porque es lo que vende. Sin dejar de lado también que existen mujeres a las que les gusta jugar y mantener el papel de ser dominadas”.


Visto el porno convencional (la mirada es la del hombre y las mujeres son objeto) como un fenómeno cultural generalmente surgido desde los hombres y para los hombres, no queda de más mencionar cuáles serían las posiciones de los feminismos al respecto. Hay que tener en cuenta que los movimientos sociales de las feministas tienen concepciones distintas entre sí, pero que a su vez estas concepciones nacen de la idea de defensa de la mujer.


Existe una mirada que entiende a la pornografía como una industria jerarquizadora sexual que explota y comercializa la estética femenina. Por otro lado, la misma industria es vista como una posibilidad de poseer deseos y fantasías libres para la mujer, como lo afirma la actriz porno y feminista Amarna Miller, en una conferencia realizada en Madrid (España) sobre sexo, porno y feminismo. La actriz resalta: “La libertad sexual es un terreno que como feministas debemos conquistar. Dentro del feminismo se considera que se vive en una sociedad patriarcal, por lo tanto es normal que estos roles patriarcales se vean representados en mis deseos y fantasías”.


Datéate entrevistó vía Skype a la Comunicadora Social y Periodista, Francy Rocío Moncada, ella también es Especialista en Ciencias Sociales con mención en Género y Maestrante en Género y Políticas Públicas. Si bien se conversó sobre el impacto de la pornografía en la mujer, e indicó que la sexualidad es un elemento para la construcción de la identidad, por ende, el sexo se debe considerar como un autorreconocimiento, con procesos de apropiación del cuerpo y subjetividad de las mujeres, Francy no está de acuerdo con el discurso que la pornografía convencional ha mostrado, indica que esta narrativa “contribuye a una industria capitalista que por supuesto cosifica”.


La comunicadora además opta, más bien, por explorar nuevas formas que permitan el porno desde la mujer y para la mujer: “Hay que ganarse el discurso desde el mismo ámbito de la consciencia de la mujer. Las mujeres son apáticas sobre ellas mismas, porque ha sido una construcción sociocultural. Debemos entonces criticar el porno dominante para entrar a considerar otra perspectiva. El posporno, por ejemplo, considera miradas distintas y con otro tipo de placeres”.


Annie Sprinkle, artista y actriz porno, es considerada la precursora del postporno, un movimiento creado al calor del feminismo que quiere identificar el placer como un elemento fundamental de la liberación de las mujeres y cuestionar la capacidad del "Estado patriarcal" para garantizar su bienestar. Tomó fuerza de la mano del filósofo queer Paul B.Preciado, que organizó en 2003 el primer Maratón Postporno en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA). El objetivo de esta corriente es la reapropiación feminista y queer del porno para representar cuerpos y sexualidades no normativas que no están incluidas en la industria.




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