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"El uniforme que es motivo de orgullo para muchos, para mí era un problema" Andrés Moreno

Andrés Moreno Hernández nació el 12 de febrero de 1993 en la ciudad de Bogotá, creció en las destapadas calles del barrio San Joaquín en la localidad de Ciudad Bolívar, sin duda la localidad más estigmatizada de la capital, ya que en torno a sus habitantes se crean una serie de imaginarios y estereotipos relacionados con la pobreza, el hampa y toda serie de ilícitos.


Como él mismo cuenta, tuvo la fortuna de nacer en una familia tradicional. La relación entre ellos es buena; A sus padres les guarda un profundo respeto y gratitud, mientras que a su hermana mayor (su confidente) le tiene una gran admiración. Desde temprana edad sus padres buscaron alejarlo de las problemáticas que afectaban a los niños de la localidad, también buscaban que dejara de ser tan hiperactivo. Así, decidieron que hiciera sus estudios en un colegio privado, en el cual la disciplina era la base de la formación.

Cuando llegó a la adolescencia las cosas cambiaron, pues aquel niño hiperactivo, desinteresado por el estudio, se volvió más calmado, un enamorado de la lectura y amante de la música. Encontró en ellas un refugio de las fuertes problemáticas sociales que venían aquejando a su localidad (delincuencia juvenil, consumo de sustancias psicoactivas y, como si fuera poco, en ese entonces grupos de autodefensas estaban asesinando a una gran cantidad jóvenes del sector, por cometer actos que consideraran indebidos). Había toque de queda, no se podía salir, muchas familias estaban amenazadas, cientos de jóvenes inocentes fueron asesinados, “por estar donde no debían”. Andrés, invadido por el miedo, buscando no ser uno delos tantos jóvenes asesinados, decidió no establecer vínculos con sus vecinos y compañeros de colegio.


Solitario y pudiendo salir poco de casa decidió emprender proyectos que siempre tuvo en mente. Gracias a su pasión por el rock en inglés aprendió de manera empírica este idioma. Además, en ese entonces y debido a las problemáticas que estaban afectando a su barrio y al desplazamiento del que fueron víctimas sus abuelos en el pasado, se despertó su interés por todos los temas sociales, violencias, culturas, y demás.Cuando cumplió 18 años, Andrés tuvo que enfrentar una de las situaciones a la que más le temen los jóvenes colombianos, definir su situación militar.Después de hablar con sus padres decidieron que lo mejor era que fuera aprestar el servició militar, ya que en Colombia, sin libreta militar, no se puede hacer nada, es el primer requisito que exigen a la hora de buscar empleo o matricularse en una universidad. Así que resolvió ir a la institución que consideraba más flexible, la policía Nacional.Esta experiencia no fue nada fácil.


Para empezar no quería estar ahí, pasar del colegio, de tener todas las comodidades en casa, a recibir entrenamiento militar, todo tipo de malos tratos por parte de sus compañeros y superiores;a ver en frente suyo casos de corrupción y, por supuesto, las largas horas cuidando puentes vacíos. Todo esto fue algo difícil de asimilar. Durante ese año en la policía, poco es lo que tiene que agradecer, al contrario tiene mucho por recriminar, pues sin ningún tipo de instrucción y, con un bolillo como única arma de protección, lo mandaban a cuidar las calles y a salvaguardar la vida delos ciudadanos, los mismos que cada que tenían la oportunidad lo trataban malo no valoraban su trabajo. Las miradas de rechazo y repudió eran constantes.En su barrio las cosas no eran diferentes. Los vecinos lo miraban con profundad y desconfianza, ni hablar de los jóvenes pertenecientes a las pandillas de la zona.


En muchas ocasiones lanzaban toda serie de improperios en su contra por ser un “sapo”, ya que, por pertenecer a la policía, creían que pasaba información a sus superiores o los grupos de autodefensas que, en ese entonces, se sospechaba que tenían una relación muy cercana con la policía y les suministraban los nombres de los jóvenes que andaban en malos pasos para, posteriormente, encargarse de ellos.Debido a esto, no podía salir ni llegar a casa con el uniforme de la policía,pero para presentarse a sus superiores debía portar su uniforme. La única solución que encontró fue madrugar más, salir de casa vestido de particular y, cerca a su sitio de trabajo, pedir un baño prestado para poderse cambiar,lo mismo pasaba en las noches cuando salía de turno. La rutina la repetía todos los días a tal punto que los dueños de la panadería decidieron no cobrarle por el uso del baño.Cansado de estas situaciones solo esperaba que finalizara esta nefasta experiencia, pero lo peor estaba por venir.


Un día, uno de sus compañeros policía, de un momento a otro y sin aparente motivo alguno, le propinó dos puñaladas a un joven que estaba saliendo de un colegio, causándole la muerte en frente de él. Su compañero agresor huyó del lugar mientras que él sostenía al joven ensangrentado que le suplicaba que no lo dejara morir. A partir de ahí su vida se dividió en dos. Él decidió aprovechar cada momento de su vida, disfrutar de las experiencias. Solo pensaba en finalizar el servicio militar para dedicarse a estudiar algo que realmente le gustara y no algo que le generara ingresos económicos.Cuando por fin terminó el tortuoso año de servicio militar, decidió estudiar comunicación social y periodismo en la Universidad Minuto de Dios.Escogió esta institución ya que, según él, es la que más se acerca a su perfil profesional. Increíblemente, entró a la universidad siendo todo lo contrario a lo que fue en su primaria, bachillerato y en la policía: llegó lleno de confianza, amigable, conversador, participativo en clases.


Esto generó gran simpatía entre sus compañeros y profesores. Sus padres y familiares son los más felices con el cambio.Actualmente, Andrés se encuentra en sexto semestre de comunicación social,está haciendo un curso intensivo de inglés en la Universidad Pedagógica,participa en un semillero de víctimas sobre el conflicto armado en Colombia y, junto a un compañero, tienen un pequeño canal de Youtube en el cual hablan sobre fútbol.


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