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LAS VOCES QUE CLAMAN LA PAZ EN COLOMBIA: MÚSICA Y PAZ


(FOTO TOMADA DE www.guns.com)


Colombia está, desde hace un par de años, en modo paz. Hay que recordar que allá por 2012, cuando el proceso de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la Guerrilla de las FARC empezaba, los colombianos se mostraban escépticos frente a ello, se tornaban indiferentes y hasta veían como una amenaza llevar adelante un proceso de paz con dicho grupo guerrillero. Es posible, cómo no habría de serlo, que el recuerdo aún fresco del fallido proceso del Caguán con el que se recibió el nuevo milenio estuviera tan vívido que generara ese alto escepticismo. Desde 2014, sin embargo, cuando Santos alcanzó su reelección cabalgando sobre el caballito de la paz, los colombianos entraron, generalizadamente, al modo paz del que hablo.


Y en medio de esa tormenta mediática, de los enredijos legales y jurídicos, en medio de los conceptos abstractos como justicia transicional o ley de víctimas; aparecen otras voces que hablan de paz, se presentan nuevos aires de paz en Colombia; unas voces propias, externas, tenues y que gritan para poder ser oídas.


En las universidades, los colegios, los eventos académicos, el transporte público, los supermercados, las calles y las oficinas se habla de paz; todos tienen algo que decir al respecto, todos quieren pronunciarse y que los oigan. La literatura y el arte, como lo diría Mario Mendoza, tienen la función de resistirse -y crear focos de resistencia- ante el establecimiento corrupto y dañino. Aquí les van, pues, los distintos lenguajes de la paz expresados en las letras, la música, el teatro, el circo y la fotografía; unas voces acalladas por los medios masivos de comunicación y las industrias culturales, pero que tienen el mismo sentido, porque son construcciones intelectuales desde la vida, la experiencia y el hecho; desde los únicos lugares en los que la paz y el conflicto no son novelas ni noticias de primicia.


Música y Paz


Lejos de Bogotá, en Tumaco Nariño, Nuris Angúlo forma a niños víctimas del conflicto armado en música y danza tradicional. Convierte esos desgarradores relatos del conflicto en letras, líricas y melodías para que los niños puedan sobrellevar el dolor de una masacre, un desplazamiento o una pérdida familiar.


“No intento que olviden, intento que aprendan a sobrellevarlo”, dice la líder comunal, quien también pretende que, un día, se remplacen los sonidos de las bombas por los de un bombo en un currulao; los de las ametralladoras y los fusiles por los de las voces cantando y, por fin, los instrumentos tradicionales prevalezcan por sobre las armas importadas. Nuris y sus niños compusieron la canción No Más Abuso y la enviaron a una convocatoria nacional de música folclórica; fue uno de los temas seleccionados para hacer parte del Compilado Tocó Cantar.


Cómo no hablar aquí de César López y su escopetarra; cómo dejar de lado al soñador que hace más de una década agarró un fusil dañado, lo convirtió en una guitarra y se echó a andar por toda Colombia haciendo música que construyera paz. “Este aparato antes disparaba balas que mataban gente, hoy solo dispara notas musicales que reviven espíritus y animan a vivir y seguir luchando”, dice el cantautor que un día empuñó un arma, no para asesinar, sino para emprender su lucha musical contra la violencia, la marginación, la exclusión social y la inequidad.


El famoso instrumento que ha interpretado Juanes en algunas de sus presentaciones es hoy en día un símbolo de la paz y de cómo la música ayuda a construirla; y las letras de protesta social compuestas por el exintegrante del grupo Poligamia son el reflejo tangencial de cómo la música es un espacio desde, y por medio del que, la paz empieza a forjarse en Colombia.


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