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¿Colombia está lista para otro Fenómeno de La niña?


Ricardo Lozano, ex director del IDEAM, indica que Colombia es experta en planes de contingencia, es decir, que cuando sucede algún problema se generan rápidamente proyectos para enfrentarlo pero que por el contrario, no es experta en prevenir ni adaptarse al cambio climático, pues considera que esto solo se logra a través de investigación, consultar personas expertas de otros países que tienen más experiencia y conocimiento sobre cambio ambiental y tecnología necesaria para llevar a cabo planes de acciones que permitan prever estos cambios bruscos que se avecinan, por ejemplo, el Fenómeno de La Niña.


Lozano explica que “los mecanismos que Colombia posee para prever cambios climáticos bruscos son los radiadores, herramientas que permiten analizar la gota de lluvia, poderla leer de manera vertical y horizontal, de esta manera ayuda a saber sí vendrán fuertes lluvias, es más, permite hasta saber sí vendrán fuertes granizadas”.


Hoy en día se están realizando investigaciones en el grosor de la gota de lluvia porque ahora son más pesadas, esto puede responder un poco la razón por la cual Bogotá se inunda cuando llueve durante 20 o 30 minutos, pues llueve poco pero la gota es más grande. Ricardo indica que posiblemente este fenómeno se debe a la radiación solar, sin embargo, se está estudiando la causa.


El ex funcionario dice que “adicionalmente se cuenta con las estadísticas que se obtienen de los efectos medioambientales de años atrás y que demuestran que en Colombia después de un Fenómeno de El Niño fuerte viene una Niña fuerte, sin embargo, como ha cambiado tanto el clima no se sabe a ciencia cierta sí en el año 2016 se presentará el mismo fenómeno”. Se deberá entonces esperar a

mayo o junio a que cambien las aguas y maduren las nubes en la región Caribe, Andina y Pacífica para saber sí podría haber o no el Fenómeno de La Niña.


Según estadísticas del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), el suelo no se encuentra lo suficientemente fuerte y restaurado, después de la ola invernal de 2011, para soportar un nuevo Fenómeno de La niña que, según la entidad, iniciaría con fuertes lluvias en septiembre, pero que desde marzo se están presentando constantes precipitaciones. El cambio climático que hoy en día se vive hace que los pronósticos que se están realizando actualmente sean cambiantes y más difíciles de detectar.


El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en un documento publicado después de la ola invernal en Pakistán y Australia (últimos datos registrados de la ola invernal en el año 2011), el 20% de Pakistán se encontraba inundado dejando a su paso 20 millones de personas sin hogar, mientras que en Australia se calculó que se inundó la tercera parte del territorio, un equivalente al tamaño de Alemania y Francia juntos, dejando así millones de damnificados.


Así mismo en Colombia, por estas mismas fechas, el 99% de los 116 municipios del departamento de Cundinamarca presentaban grandes inundaciones y deslizamientos de tierras, aproximándose así a 80.000 personas afectadas. Edgar Bejarano, en ese entonces director de la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR), informó a los medios de comunicación: «el canal del río de Bogotá descendió en algunas zonas mientras que en otros puntos está a tres centímetros de alcanzar el nivel criticó». Así mismo, Jaime Matiz, director de emergencias de Cundinamarca, en entrevista con Caracol Radio, indicó que aproximadamente 55 mil familias habían sido damnificadas por la ola invernal en sectores como Cajícá, Chía, Mosquera y Soacha.


En sólo el Municipio de Mosquera, según el Ministerio de Educación, hubo más de mil niños damnificados durante la ola invernal de 2010 — 2011. En la edición del 28 de febrero de 2012, en el periódico municipal “Mosquera al día”, se indicó que se gestionaron más de 5 mil millones de pesos, recursos para mejorar la capacidad de reacción del municipio en sistemas de prevención de riesgos medioambientales, para la construcción de nuevos centros educativos y para nuevos sistemas de seguridad que eviten otras posibles inundaciones.


Por otro lado, en la localidad de Bosa, una vez se desbordó el río de Bogotá y Tibanica, la población salió afectada de tal manera que se vieron obligados a abandonar sus hogares, puesto que el nivel del agua llegaba, en muchos sectores, hasta el segundo piso. Sin embargo, algunos decidieron quedarse en sus viviendas pese a la insistencia de las autoridades y seguridad civil por retirarlos del lugar, debido a las enfermedades que podían adquirir por al agua contaminada que ingresaba a sus domicilios y de no poder cocinar por los cortes de los servicios de gas y luz. Otros, por su parte, decidieron salir de sus viviendas y acampar en los parques aledaños. Según el Fondo de Prevención y Atención (FOPAE), las aguas inundaron los hogares de más de 45.196 personas de Bosa y Kennedy.


El presidente de la República Juan Manuel Santos, junto con la alcaldesa de Bogotá (e) de ese entonces María Clara López Obregon, visitaron las zonas afectadas y anunciaron la entrega de 1.5 millones de pesos a cada familia censada, así como una exclusión de impuestos por predios, negocio o vehículos afectados hasta llegar al monto de los daños sufridos.


Yisela Mancipe, afectada de la localidad de Bosa, indica que se vio seriamente perjudicada porque el agua ingresó a su domicilio obligándola a salir de la vivienda ya que la inundación llegó hasta más de un metro y medio de altura. Explica que tuvo que recurrir a su familia mientras el agua disminuía. Yisela perdió electrodomésticos y todo lo que se encontraba en el primero piso.


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