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El Centro del Recuerdo


La memoria representa en su máxima expresión el sentido común del ser humano de querer recordar las vidas de aquellos que partieron y, ¿por qué no?, dejar plasmada la propia. Y cuando detrás de esa vida hay sufrimiento, dolor y desolación, se debe aún con más esmero, mental y social, recordar a aquellos valientes, héroes y heroínas, que sin capa y sin quererlo, entregaron sus vidas en una guerra vacía y sin sentido, en el que el único ganador ha sido la soledad.


Cuando en el año 2003, INDEPAZ y la Corporación Salud y Desarrollo dieron la propuesta para que se formara un Centro que rememorará a las víctimas del estúpido y sin sentido conflicto interno de Colombia, nunca se creyó que 13 años después el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, representara el resurgimiento espiritual, social y cultural de más de ocho millones de víctimas, que sin este, se hubiesen quedado en el olvido.


Este monumento, ya inscrito en la historia de Bogotá y de Colombia, está ubicado en la Carrera 22 #24-52, en la zona norte de los Mártires, la misma que en el imaginario social de la capital colombina, solo representa vandalismo, prostitución y dolor: El barrio Santa Fe, pero que ahora, gracias a lo que se ha denominado “El Eje de la Memoria Av. Jorge Eliecer Gaitán”, ha adquirido otro significado más: La Paz.


A este eje lo ronda la muerte, no solo en el sentido del olvido, sino también en la forma estricta de lo físico. El Cementerio Central, en su denominado Globo A, donde descansan las personalidades que representan la lucha eterna por la ideología y vida, aún después de la muerte; el Parque de la Reconciliación y el Centro de Memoria en el Globo B y el Parque del Renacimiento en el Globo C, en cuyas bases descansan cientos de cuerpos sin identidad y reconocimiento, y claro, las vida que los destrozos del 9 de abril de 1948 quitaron prematuramente de esta tierra; los cementerios Británico, Hebreo y Alemán, la Plazoleta de los Murales y la Plazoleta de Gaitán. En total es un recorrido que va desde el Parque de la Independencia, ese que celebra muy cerca las maravillas del universo y la matazón sin sentido de la tradición taurina, hasta el Concejo de Bogotá, el cual lucha para que lo que se vivió, no se repita.


Juan Pablo Ortiz, el soñador y creador del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, vio en éste la oportunidad de mostrar la importancia de los cuatro elementos de la naturaleza: El agua distribuida en cuatro espejos cristalinos, dos en el costado sur y otros dos en el norte; el aire, representado por los extensos campos del Parque de la Reconciliación; el fuego denotado en las decenas de luces que tiene este espectacular recinto; y la más importante: la tierra, esa que refleja parte fundamental de los procesos políticos, sociales y culturales dentro de la historia del conflicto colombiano en su totalidad, y que se representa por medio de un monolito; una increíble muestra artística de carácter patrimonial y memorable, que en sus cinco pisos y sus cien ventanas, guarda un pedazo de “Tierra sembrada de memoria” traída una a una con una historia llena de dolor, y recogida en tubos de vidrio por más de 40000 víctimas que, en su afán por construir una memoria colectiva, terminaron construyendo mucho más, pues esa tierra se convirtió en el hito arquitectónico de Bogotá; en un singular ‘Memorial por la Vida’ construido con adobe y argamasa sintética, que se sostiene en pie cada día, desde sus inicios en el año 2008, con los sueños y esperanzas de paz de cientos de colombianos, al igual que con los recuerdos dejados por los más de 3500 pobres exhumados en aquel lugar, que según los bogotanos, desde 1836 hasta el 2000, no merecieron tener ni un cajón para poder descansar en el más allá; pero que hasta el día de hoy representan los más de tres años de recuerdos, anécdotas y memorias, que desde el 6 de diciembre de 2012, ha recogido este “lugar de paz”.


La tarea es apasionante y ardua en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Apasionante, pues como dicen sus investigadores y trabajadores; las bases; los cimientos que han engrandecido este lugar: “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla… incluso como comedia”; y ardua porque como gritan sus paredes: “es un espacio (…) que busca recuperar el pasado para construir ahora un nuevo futuro”.


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