Preocupación de vendedores ambulantes por posibles desalojos
Preocupación por parte de los vendedores ambulantes en la localidad de Engativá
Los vendedores ambulantes del barrio Minuto de Dios se encuentran a la expectativa sobre las políticas de “recuperación del espacio público y embellecimiento de le ciudad”, implementadas por el alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa a principios del mes de febrero. Los operativos de desalojo generan preocupación en los vendedores de la localidad de Engativá, pues en otros lugares después del desalojo no se llegan a acuerdos de reubicación.
Incertidumbre y zozobra son las primeras sensaciones de los vendedores informales del barrio Minuto de Dios, y no es para menos pues los operativos se están realizando por localidades y la Alcaldía local de Engativá no demorará en dar la orden para el sector. “Afortunadamente no han llegado por acá, pero no demoran en aparecer”, afirma un vendedor informal que lleva más de 4 años en la zona.
Otra de las preocupaciones de los vendedores informales es la vulnerabilidad a sus derechos fundamentales como: La vida, integridad personal, libertad, igualdad ante la ley y, especialmente, el derecho al trabajo. Debido a esto, algunos vendedores han decidido manifestar su inconformidad a través de marchas, tutelas, protestas, huelgas y reuniones para evitar esas acciones arbitrarias y lograr una solución verdadera que satisfaga a las dos partes: Alcaldía y vendedores informales.
Por esta problemática surge otra perspectiva en la cual la mayoría de vendedores formales cree que la reubicación es justa, ya que en medio del comercio informal se afecta la economía no solo de los establecimientos públicos, sino que muchos de estos vendedores informales permite la proliferación y ventas de sustancia psicoactivas. Sin embargo, hay dueños de negocios quienes apoyan el trabajo honesto de los vendedores ambulantes en el sector. “Hay que darle la oportunidad a otros, todos tenemos derecho al trabajo, desde que este sea honesto”, expresa Nilsa, propietaria de un negocio en el barrio Minuto de Dios.
Más allá de que los vendedores informales ocupen un espacio público que afecta en gran medida a la movilidad de los transeúntes, es necesario entender que esta forma de trabajo surge por el desempleo que crece en Bogotá día a día, según cifras del DANE “la tasa de desempleo en enero del 2016 es de un 11,9%, mayor a la del año 2015 con un 10,8%”. Los comerciantes informales reiteran que no se puede pretender que estas personas se acoplen a un trabajo con el mínimo cuando sus ingresos son mayores y en ocasiones no les alcanza para subsistir. “Hay una reubicación pero no dan una solución definitiva, la realidad es que estamos en Colombia, no es Suiza, acá la gente se la tiene que ganar”, dice Elizabeth Jiménez, transeúnte de la localidad de Engativá.
Por lo pronto, los vendedores siguen a la expectativa de soluciones por parte del distrito para que ellos no se vean afectados económica y laboralmente, ya que de este trabajo depende la estabilidad no solo para el vendedor sino el de sus familias.