La fotografía como relato de la realidad
“El juego entre memoria y fotografía es esencial, el reconocimiento de los contextos, de lo que pasó, de poder visualizar que Colombia es un país cambiante, eso hace mejor a un foto-reportero”.
Dieciséis años de experiencia fotográfica en uno de los periódicos de tirada nacional más grande de Colombia, han hecho de Nelson Sierra un hombre que reconoce que la fotografía ha permitido contar la historia de un país.
Pensante, reservado y perspicaz, quien desde hace más de una década dirige el trabajo de fotografía que llega a lectores regionales, nacionales e internacionales de El Espectador:
“Todo trabajo tiene su importancia y en este medio todo tiene una connotación de transformación”, mencionaba mientras leía “Para el recuerdo”, el titular del día en la portada del periódico que mostraba una mano campesina (donde se evidencia el trabajo diario con la tierra) sosteniendo una foto instantánea de un guerrillero con un fusil, como si admirase el trabajo impreso de ese día. Admite que sin retoques se llega a ser portada de la historia de un país, un país que entrega las armas de la guerra y busca construir relatos de paz.
Un silencio absoluto en la Sala de Juntas Fidel Cano, adornada con estatuillas de reconocimiento al periodismo escrito, oficio que conmueve e informa diariamente, grandes cuadros pintados en lienzo y que representa a las generaciones Cano que han dirigido este periódico. Y allí, en contraste quizás o en juego, la fotografía digital reconocida como arte.
“El arte sobrevalorado de la historia”: así es como Nelson define la fotografía, reconociendo que no hay medio que pueda pagar a un reportero gráfico lo que quizás gana un fotógrafo publicitario. “Hay muchachos que por mostrar su trabajo en los medios cobran muy barato, eso atenta contra el valor de su trabajo, el valor de su arte”.
En tiempos cambiantes, de abrumadores e indetenibles avances, el fotógrafo se está convirtiendo en videógrafo, pues el concepto de imagen en movimiento se vende mejor en un mundo de infinitas posibilidades: “Siento nostalgia con esto, pues se desvía el trabajo del fotógrafo a tal punto que se va a dejar de ser fotógrafo, porque lo que estás contando ya no lo habla desde una sola imagen, ahora son 24 imágenes por segundo”.
En cada respuesta un tiempo de silencio volvía a aparecer, junto a parpadeos de luz pura y suspiros que neutralizaban la seriedad y firmeza de cada réplica.
Ante la pregunta ¿Ha encontrado en su trabajo fotográfico un encuentro personal, una revelación de lo que es usted?, él responde “Uno se encuentra con eso todos los días, porque el personaje que tienes al frente o la historia que estás contando, de alguna manera te ha tocado la vida. El trabajo fotográfico permite pasar momentos difíciles o momentos extremos de alegría donde uno se encuentra con uno mismo; si uno deja los prejuicios en su trabajo, también está en la capacidad de dejar los prejuicios en su día a día”.
Nada cuenta mejor la historia de un país que la constancia del periodismo, la memoria de lo que pasó y la inmediatez de la información. Ante esto Nelson expresa “El juego entre memoria y fotografía es esencial, el reconocimiento de los contextos, de lo que pasó, de poder visualizar que Colombia es un país cambiante, eso hace mejor a un foto-reportero”.
En tiempos de paz lo que mejor cuenta la historia de este territorio puede llegar a ser la fotografía como lenguaje de lucha y resistencia. En medio de fotografías que recorren del Chocó hasta las comunidades originarias de la Guajira, Nelson muestra su trabajo capturado y cómo la fotografía siempre permite lenguajes de resiliencia: “Con las imágenes mueves y transformas, estas contando algo que toca, que transforma, eso es lo que hace de la fotografía un arte”.
Caminando por el espacio, en medio de una gran expresividad corporal y un aspecto mucho más relajado que sus respuestas, ante la pregunta ¿Considera la fotografía como relato de la realidad?, Nelson toma proximidad y termina diciendo: “Ningún trabajo fotográfico considero que haya cambiado mi concepto de la realidad, porque desde un principio siempre he sido consciente de ella. Es claro que hay trabajos que te hacen estar prevenido, pero no hay nada en la vida que me sorprenda, el ser humano es tan disímil que ya nada me sorprende”.