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¿Historias fuera de escena?

El descontento generalizado con las nuevas producciones de los canales privados nacionales, empieza a despertar la preocupación de la sociedad frente a la responsabilidad de los medios masivos en la construcción de paz hacia el posconflicto.


Fotografía tomada de Pacifista.com


Es innegable que la realidad histórica de Colombia es un proceso de eventos que han marcado a generaciones, desde las primeras confrontaciones armadas que surgieron en los campos, hasta la actual polarización política generada por la reinserción de los integrantes de las FARC a la vida nacional. Y bien cierto es que la televisión, para muchos, es el reflejo de la realidad y lo que acontece en una nación, pero ¿qué es lo que pasa cuando lo que se muestra en la televisión no se asemeja a la Colombia en la que se vive a diario?


Esta es la premisa de muchos ciudadanos que se han volcado a las redes sociales y a las defensorías del televidente de los canales Caracol y RCN, para poder expresar su rotundo malestar ante dos de los programas de estas cadenas de televisión: Alias JJ, seriado del canal de La Floresta en coproducción con la plataforma virtual Netflix, que cuenta la vida del sicario John Jairo Velásquez alias "Popeye", lugarteniente y mano derecha del jefe del cartel de Medellín Pablo Escobar; y El Comandante, producción realizada entre el escritor, columnista y conductor de espacios de opinión en TV Paga, Moisés Naím, la productora colombiana Teleset y Sony Pictures Televisión, que fue adquirida para su emisión en Colombia por el canal RCN, y narra, desde la ficción, la historia del ascenso, auge y caída del expresidente de Venezuela Hugo Chávez, quien gobernó el país vecino desde 1998 hasta su fallecimiento en el 2011.

Ambas producciones, junto con otras de la televisión colombiana, no están exentas de críticas desde la perspectiva del televidente, que han pedido en el más extremo de los casos, el veto a este tipo de producciones y que se acabe el ciclo de las narcoficciones en la pantalla chica nacional.


Datéate habló sobre el tema con el analista de medios y cultura y director del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes, Omar Rincón:

"Yo creo que el problema de estos proyectos tiene tres patas: 1ra, si están o no bien hechos. Uno mira El Comandante del Canal RCN, que está bien interpretada por Andrés Parra, creo que se hace decentemente pero narrativamente no está bien hecha porque se hace desde Miami, es una serie de acción, melodrama, comedia, tragedia que es propia de los latinoamericanos. Si vamos a Alias JJ, está bien hecha porque en Colombia somos expertos en hacer historias narcos, y no hacemos narcotragedias sino narcocomedias, lo hemos sabido hacer y cada vez que lo hacemos nos queda bien. El 2do punto, además de lo narrativo, es preguntarse si están conectadas con los públicos, que es el problema de las audiencias. Por ello, El Comandante le va mal porque la gente no quiere saber nada de Chávez, en cambio a la gente le gusta Alias JJ porque se reconoce, se generan lógicas de reconocimiento porque se parece al país que conocemos.


Y la 3ra, si dichas series deberían hacerse o con qué criterio, habría que mirarla más en función de la política y de la ética. Ahí la pregunta es ¿Caracol hace Alias JJ convirtiéndolo en un héroe, en una celebritys?, ¿esto es válido cuando se debe criticar a este tipo de celebritys? Creo que el punto de vista de Caracol no es bueno porque casi que en el fondo se empieza a magnificar otra vez el papel de un sicario, que es un papel nefasto, que quería ser totalmente invisible y que no debería ser premiado pero se le premia como sujeto social. El de RCN tampoco me gusta porque es una obsesión con Chávez de mostrarlo como un villano y resulta que Chávez, visto como es, es un gran héroe que terminó en una tragedia, pero es un tipo que salió de abajo, se constituyó en revolucionario y construyó un país; que todo le haya salido mal es algo diferente, pero no quiere decir que se deba criticar todo el tiempo su personalidad, su personaje y su actitud".


Por su parte, el periodista, analista de medios y director encargado del Archivo de Bogotá German Yances, aunque concuerda con el hecho de contar la historia de Colombia, es más reflexivo frente a lo que se plantea con seriados de este calibre en su lógica discursiva: "La televisión viene haciendo, en los últimos años, ejercicios de memoria al recrear hechos, situaciones y personajes que han marcado la actualidad informativa y la vida reciente del país, y que en su momento, por las lógicas y las dinámicas del negocio de la prensa, recibimos de manera fragmentada, sin los contextos necesarios. Con posterioridad, los productores toman esas historias y las robustecen al ponerlas en perspectiva, facilitando ser comprendidas por la opinión pública. Así, por la pequeña pantalla han desfilado con insistencia narcotraficante, paramilitares y guerrilleros en abundancia; y toda clase de pandilleros y sicarios. Ese retrato de país que la televisión hace a mano alzada, guiada por Pablo Escobar, alias Popeye y los hermanos Castaño Gil, es en principio una reconstrucción histórica necesaria." Destacó Yances.


Respecto a la forma como se realizan estas producciones, ambos expertos concuerdan que se hacen de acuerdo a la maquinaria económica que manejan ambas cadenas, respondiendo no a los gustos de las audiencias, sino a las necesidades de los conglomerados económicos de los que son propiedad y que estos podrían, de una u otra manera, alterar la visión de la sociedad, más aun en el momento en que se empieza a pavimentar el camino del fin de la confrontación armada en Colombia. Respecto a esto Yances dice: "Los villanos tienden a constituirse en centro de atracción de las historias: son los villanos los que producen la acción y por eso muchos antihéroes se roban fácilmente el afecto del público. Lo peor que le puede pasar a la televisión, en su papel de constructora y guardiana de la memoria histórica, es tergiversar los hechos en función de rating.".


Mientras que Rincón en más enfocado en proponer una nueva temática en la que se puedan abordar las producciones dramáticas en los próximos años: "Yo creo que el proceso de posconflicto está basado en la idea de que ya dejamos atrás el mundo narco y el mundo guerrillero. Creo que en ese sentido, no tendría ningún efecto en eso. Ahora, a uno le gustaría ver series que hablaran más en perspectiva de futuro y no de pasado, en ese sentido, telenovelas como La Niña son buenas porque hablan más del futuro y menos del pasado”.


Yances advierte que la memoria de la nación debe hacerse como elemento fundamental para la construcción de identidad, pero con la precaución de evitar endiosar a los personajes que no fueron benévolos para la historia patria: "El deber de memoria que tienen el Estado y los medios de comunicación se debe cumplir con responsabilidad y apego a la verdad histórica. La televisión, en función de mejores resultados comerciales, se inventa protagonistas carismáticos. Esa es regla de oro del negocio. Por eso las versiones dramatizadas de esos episodios de crimen y violencia, que tocan fibras sensibles del alma nacional, deben cuidarse de no idealizar ni glorificar a los villanos”.


Recalcando el poder de la educación en este nuevo panorama social y con la alta influencia de la nueva convergencia comunicacional, Omar Rincón extendió la invitación a los claustros académicos a crear nuevas narrativas que sirvan para construir ciudadanía e identidad: Creo que las universidades deberían comenzar a proponer formatos, estéticas y narrativas, a comenzar a contar el cuento. Las universidades producen muy buen contenido pero lo comunican muy mal y no han creado proyectos alternativos de periodismo y ficción. Entonces, las instituciones superiores deben convertirse en un laboratorio creativo de formatos y narrativas y esto es lo que no estamos haciendo hasta el momento" concluyó Rincón.


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